A 365 kilómetros de Buenos Aires, y casi pegado a Mar de las Pampas, pertenece al partido de Villa Gesell. Se accede desde la interbalnearia ruta 11 o desde Mar de las Pampas, balneario del que está separado sólo por unos metros del pequeño sector conocido como Las Gaviotas, donde abundan las acacias marítimas.
"Vinimos el año pasado y nos enamoramos del lugar por la tranquilidad que hay y por la combinación del bosque y el mar", contó a LA NACION Boris Goldstein, que pasa sus vacaciones aquí junto con su esposa y su hija de dos años.
"Vienen también jóvenes solos, pero no de los que necesitan salir a bailar todos los días", contó Mariana Ferrandi, hija del propietario de lo que hace años era la pequeñísima proveeduría Camila y hoy es un gran supermercado.
"Depende de lo que uno busca. Nosotros queremos tranquilidad. Si queremos salir, podemos ir a Gesell, pero acá también hay algunos grupos que vienen a tocar a la playa o al pub ", contó Lucila Ballver, de 22 años, que también vino el año pasado y ahora volvió con su novio, Gabriel, de 24 años.
"Yo vengo de vacaciones desde que era chiquito y veo que está cambiando mucho. Me temo que en el futuro Mar Azul sea como Villa Gesell", dijo apenado Gabriel.
En menos de una década, este balneario triplicó su población estable -la actual se estima que ronda los 2500 habitantes- y aumentó su capacidad hotelera y residencial en una proporción aun mayor. "En 2002, había una hostería y un apart; ahora hay 40 establecimientos de hospedaje", dijo Ricardo Astengo Morando, hijo de quien es considerado fundador de Mar Azul y que compró estos terrenos y los forestó en 1945.
Mirando a los turistas que van y vienen por las callecitas de tierra, Astengo Morando confiesa: "Es lo que nos habíamos propuesto; esto es casi un sueño cumplido".
Extracto del Diario LA NACIÓN